#yomequedoencasa
Hoy voy a hablar de algo que está presente todos los días pero que, por ser tabú, casi nunca lo nombramos. La cifra de muertos, de contagiados, de pacientes que están en la UCI. Las familias se están enfrentando al dolor y a la muerte en soledad. El personal sanitario está realizando la labor de informar, de consolar y de acompañar. La labor que llevan a cabo es imprescindible y tienen mi gratitud por su humanidad en un momento que, para ellos, es emocionalmente muy difícil.
Tenemos que buscar la manera de acompañar en el duelo a las personas que han perdido a un ser querido. En ocasiones, ese duelo es en la absoluta soledad de su casa, porque no conviven con nadie. El duelo no se aplaza, el duelo se siente, el duelo se llora. Lo que va a quedar aplazado es la manifestación de ese duelo, una manifestación que es siempre necesaria. Desde que el hombre es hombre, hemos enterrado a nuestros seres queridos con dignidad, porque este acto es necesario para cada individuo y para la sociedad en su conjunto.
No tengo respuesta a la pregunta sobre la muerte y el duelo. No sé cómo acompañar desde la distancia a quien, en pocas horas, va a enterrar a la persona a la que quiere, sin poder decir palabras ni poder recibir gestos de consuelo.
Solo tengo una propuesta sencilla, que se me ocurrió recordando mi infancia. Os la explico:
Un verano, en un pueblo de Galicia, mi tía nos llevó a casa de una amiga suya y escribió en un librito de condolencias. Yo, por la edad que tenía, no entendía nada.
Hoy cobra un sentido nuevo este gesto. Escribir en nuestra casa, en nuestra soledad y en nuestro duelo las palabras de consuelo que salen desde nuestro corazón, para que, cuando acabe el confinamiento, se pueda elaborar ese libro. Creo que tiene que ser algo tangible, algo que permanezca en el tiempo.
Recordad que siempre podéis contar con la ayuda de psicólogos, que son profesionales de la salud mental.
Un abrazo a todos, deseando que estéis bien.
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