sábado, 12 de noviembre de 2016
No son cosas de niños
En esta entrada voy abordar un tema, tristemente, de actualidad: el acoso escolar. He leído y escuchado muchas formas de abordar el tema, pero la mayoría de ellas no proporciona a los padres ni pautas ni criterios para identificarlo y poder solucionarlo.
En mi opinión, «acoso» es una palabra muy seria, porque implica conductas que dañan seriamente la salud física y/o mental de otra persona. Además, el acoso implica intencionalidad y persistencia en el daño. No olvidemos que en el acoso participan muchos actores que tienen roles diferentes: el acosador, el acosado, los compañeros que son testigos de estas conductas y, por supuesto, los profesores, los educadores y los padres. Es importante que tengamos en cuenta que nuestros hijos o sus amigos pueden estar desempeñando alguno de estos roles en algún proceso de acoso. El acoso se da entre iguales, entre personas de la misma edad. Este matiz lo diferencia de otra realidad, que es el abuso, que tiene también consecuencias muy dañinas para las víctimas que lo padecen.
No voy a detenerme a detallar las características más comunes del acosador y del acosado, porque ya circulan muchas en distintos medios, y porque tampoco estas listas nos ayudan a los padres a prevenir y detectar estas conductas. Una de las características que más se repite es que no quieren ir al colegio. Esta señal, aun siendo importante, es menos determinante que otras como son que cambién de humor, que tengan alteraciones en el sueño o en la alimentación, aumentando o perdiendo el apetito, que se vuelven reservados, que no quieran hacer actividades en su tiempo libre, que tengan un repentino cambio en su rendimiento escolar, e incluso que aparezcan en ellos conductas agresivas que, o bien no tenían, o que aumentan en frecuencia y grado, como chillidos, golpes a objetos, malas contestaciones entre otras.
Si nuestro hijo nos comenta que en el colegio está sucediendo algún episodio de acoso, lo que deberíamos hacer es escuchar todo el relato con paciencia y hasta el final, no incitándole a la violencia, pero sí a que lo cuente también a algún profesor, preferentemente su tutor. Por otra parte, nosotros deberíamos contar el episodio al tutor de nuestro hijo. Los profesores observaran a todos los implicados, y actuarán de acuerdo al régimen interno de convivencia del centro. No debemos dejar que el asunto se agrave. Como en otros muchos aspecto de la vida, la prevención y la detección precoz es clave para un buen desarrollo psicoafectivo. Es importante que todos los miembros de la comunidad educativa nos impliquemos en el problema del acoso escolar, y si nuestros hijos están participando en él, aunque sea como observadores, ya están sufriendo una exposición a un tipo de violencia que no les beneficia.
Las relaciones familiares en el hogar son el primer modelo que ellos tienen de convivencia sana y madura. Debemos por ello cuidar qué tipo de frases y con qué tono nos expresamos en casa, y cómo corregimos nuestros errores. También es positivo que sean testigos de que nos pedimos perdón cuando cometemos errores, y que el diálogo es la forma de solucionar todos los conflictos.
Espero que esta entrada os haya ayudado. Yo, como madre, profesora y psicóloga, estoy especialmente sensibilizada, y me parece vital la estrecha colaboración entre la familia y el colegio: cualquier aspecto que nos parezca importante debemos comentarlo.
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Muy interesante el artículo. Y muy de acuerdo en que el hogar es el primer modelo de convivencia sana y madura que tienen nuestros hijos. Es necesario que en casa les hagamos ver que no pueden hacer a nadie lo que a ellos no les gustaría que nadie les hiciera. Hay multitud de artículos que ofrecen pautas para detectar si un niño está sufriendo acoso, pero yo creo que hay que prevenir desde casa y pensar que si educamos bien a nuestros hijos estas conductas podrán erradicarse algún día.
ResponderEliminarGracias JL por tu comentario y por profundizar con tu opinión en la necesidad de educar desde el hogar las emociones, las actitudes y los comportamientos. Un saludo
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