domingo, 15 de noviembre de 2015

Memoria y aprendizaje

Todos hemos tenido que ayudar a nuestros hijos a que aprendan conceptos que, únicamente lo pueden hacer, utilizando la memoria. Las tablas de multiplicar, la ortografía, los verbos irregulares, el vocabulario de inglés y un sinfín más, son ejemplo de conceptos que hay que memorizar, puesto que no es posible establecer relaciones entre ellos o utilizar la lógica.

Me gustaría compartir con vosotros algunas estrategias que pueden facilitar en nuestros hijos este tipo de aprendizajes, y que son estrategias que funcionan:

La primera de ellas (que podéis ver en la imagen) es escribir en pósit o en cartulina lo que a nuestros hijos les cuesta aprender (en el pósit de la imagen es un tema relacionado con la ortografía). Con esta técnica trabajamos de forma continua la atención y la repetición, que son dos capacidades fundamentales para este tipo de aprendizajes. 
  • En el pósit, la palabra se ha escrito dos veces: una la ha escrito el adulto y la otra el niño. El niño ha tenido, por tanto, que fijarse cuatro veces en la palabra: para leer la palabra que ha escrito el adulto, para copiarla y para leer las dos palabras al pegarlas). 
  • Hay que elegir un sitio que nuestro hijo transite con facilidad (la habitación, el pasillo o el baño) ya que cada vez que pase por allí tiene que leerla y, como no es un elemento habitual de la decoración de la casa, le va a llamar la atención. Estaría bien que, de vez en cuando, le pidamos que nos repita en voz alta lo que está escrito en el pósit.
Os presento otras dos estrategias que son eficaces, pero que os describiré con más detalle en próximas entradas del blog.
  • El movimiento, permitiendo que nuestros hijos cuando repasen nos lo digan mientras caminan por la casa o mientras se mueven, bailan o tararean. 
  • La repetición. Cuando vamos en el coche, el niño puede repetir la tabla de multiplicar, la reglas de ortografía o el tema. Si el niño se niega, lo repetiremos nosotros y a él no le quedará otro remedio que escuchar. En caso de que llore, chille o lleve a cabo cualquier otra acción que sea perturbadora, nosotros seguiremos repitiendo la tarea, y le recordaremos que, si quiere que paremos, tendrá que ser él quien comience a repetir la tarea que le hemos pedido.
Puede ayudaros cualquier estrategia que no consista en estar sentados frente a una mesa, tratando de memorizar durante largas horas, porque al final se agotan ellos y nos agotan a nosotros, sin que el resultado sea el que buscamos.
Recordad que la estrategia será mejor cuantos más estímulos utilicemos: visuales, auditivos o de movimiento. Os animo a que compartáis conmigo y con otros vuestras estrategias, seguro que sois muy imaginativos. Gracias y un saludo a todos.

lunes, 2 de noviembre de 2015

El primer día sin…

Algunos de vosotros, nada más leer el titulo y por la fecha en la que estamos, ya os habréis imaginado de lo que quiero hablar en esta entrada.

A medida que cumplimos años, vamos viendo morir a nuestros seres queridos y sabemos que es duro el entierro y los primeros días, pero también es duro el primer cumpleaños, la primera Navidad o la primera vez de cualquier día especial. Esto es el duelo, que puede durar un año hasta completar este ciclo vital de 365 días.
Pero no nos engañemos, el amor perdura siempre y, por lo tanto, también la ausencia que esa persona nos dejo. No olvidemos que esa persona amó a otras muchas, y todas ellas sufren su muerte. En este sentido, el dolor compartido siempre es terapéutico. Esa persona fue para otros padre o madre, esposo/a, abuelo/a, hermano/a...  Somos muchas personas en una a lo largo de nuestra vida.
No ocultemos a nuestros hijos la realidad de la muerte. Hay que explicarla pues ellos también se enfrentan al dolor por la pérdida, y a algo más difícil de controlar: el miedo a que papá o mamá también se mueran y ellos se queden solos. Quizá lo mejor es decirles que  lo normal es que las personas morimos cuando somos muy, muy, muy mayores. Creo que no es bueno decirles que enfermaron y se fueron al hospital, porque pueden entonces tener un miedo tremendo a que nos pongamos enfermos. Todas  estas sugerencias siempre dependen de la edad de nuestros hijos, ya que, a medida que van madurando, sí se les puede explicar cuál fue el motivo del fallecimiento. Si somos personas creyentes, rezar e  ir al cementerio nos puede ayudar a expresar lo que sentimos y a compartirlo con nuestros hijos.
En alguna ocasión, ya me habéis oído comentar que es importante expresar las emociones que sentimos, porque  nuestros hijos aprenden  observando lo que hacemos. Si queremos que ellos sean adultos competentes a nivel emocional, tienen que ver y conocer nuestras emociones. 
Es importante que recordemos a las personas a las que amamos, aunque ya no estén con nosotros, pues el amor es lo que nos constituye como personas y ese amor no muere nunca.