Al final de cada ciclo educativo, tengo un perfil de
vuestros hijos sobre la capacidad verbal, el razonamiento, la capacidad
numérica, la memoria, la concentración y la capacidad perceptiva. Estos datos
nos pueden ayudar a establecer una educación verdaderamente personalizada, que no
se realiza sólo dentro del aula, sino en cómo organizamos sus deberes, sus
actividades extraescolares, su ocio…
Estamos hablando de vuestros hijos, y toda la información
que tengamos de ellos es fundamental. Para obtener esta información hablamos
con el pediatra, con los tutores, con los familiares y con nuestros amigos, y
lo hacemos porque ellos nos importan y queremos lo mejor para ellos. Mi trabajo
es describiros cómo son vuestros hijos con la información que me proporcionan
los test, los tutores y, por supuesto, vosotros los padres.
En ocasiones, el rendimiento académico no coincide con los
test. Normalmente esto ocurre por el esfuerzo que realizamos con vuestros
hijos: vosotros los padres por supuesto, pero, también, todos los profesionales
que trabajamos directamente en la formación y desarrollo de vuestros hijos.Quizá es un error pensar: “como va bien en el colegio, siempre va a ir así”. Pero todos los años me encuentro dificultades donde no lo esperábamos: en el aprendizaje de la lectura, en la resolución de problemas, en la comprensión lectora… Ocurre también que, cuando las capacidades intelectuales son normales, las dificultades académicas pueden ser reflejo de problemas emocionales o familiares.
Nuestra responsabilidad, como padres, es ir potenciando cada una de sus capacidades y, para hacerlo, tenemos que conocer a nuestros hijos. Debemos exigirles en función de su capacidad para que no ocurra dos cosas que todos los padres tememos: la primera, que no sean felices porque no ven recompensado su esfuerzo o porque no se satisfacen sus necesidades intelectuales; la segunda, que no valoren que el esfuerzo y la constancia son los que al final nos llevan al éxito.
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