Este es uno de los libros favoritos de mi hija y también mío.
La foto es una de las páginas de ese libro.
Cuando se lo regalamos, me di cuenta de todas las emociones
que nuestros hijos conocen ya desde muy pequeños, y de la importancia que tiene que reconozcan
esas emociones en ellos y en los demás. Recordé también el poder que tiene la
palabra: cuando podemos definir nuestra realidad es mucho más fácil que la podamos compartir.
A veces, también se nos ha enseñado que no es bueno que los
niños nos vean llorar o estar tristes pero pienso, de verdad, que esto es un
error. Nosotros somos modelos para ellos en todos los aprendizajes básicos. Si
queremos que lean, leemos con ellos; o si queremos que practiquen algún deporte,
les llevamos a actividades deportivas extraescolares. Entonces, si queremos que
sean personas emocionalmente competentes, tienen que vernos expresar nuestros
sentimientos y, cuando nos pregunten, poder decirles que estamos tristes, cansados, avergonzados, o … Según su edad, también les podemos explicar el porqué
de ese sentimiento que tenemos. Cuando vayan creciendo, ellos tendrán vocabulario,
experiencias propias y no tendrán vergüenza de contarnos qué les ha pasado y cómo se han sentido y
podremos ayudarles en sus problemas más difíciles y alegrarnos de sus mejores
éxitos.
Os invito a intentar escribir en un papel diez emociones, pero
con la condición de que cinco de ellas sean positivas (no valen sinónimos).
Quizá nos demos cuenta que ponemos la atención más en lo negativo que en lo
positivo. Quizá es un buen momento para poder cambiarlo.
(http://www.combeleditorial.com/es/libro/feelings_50006411/en/)
(http://www.combeleditorial.com/es/libro/feelings_50006411/en/)
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