La excelencia no es solo un buen expediente académico o deportivo, e implica una forma de enfrentarse a los retos de la vida, por lo que todos deberíamos buscar la excelencia en lo que hacemos y en lo que somos.
Todos reconocemos a los excelentes en el deporte. Nos resultan más evidentes porque la sociedad en su conjunto los ha aceptado. Nombres como Rafa Nadal, Fernando Alonso, y combinados como la selección española de fútbol y de baloncesto son reconocidos por todos puesto que han estado en lo más alto de la élite deportiva y han llegado a ser número uno en su disciplina. Los aficionados al tenis, al automovilismo, al fútbol o al baloncesto sin duda conoceréis muchos datos de sus biografías y cómo han llegado a ser lo que son ahora. Pero en el caso de nombres como Luis Rojas Marcos, Margarita Salas o los miembros de la Organización Nacional de Transplantes seguro que somos muchos menos los que conocemos algún dato de su biografía, suponiendo que sepamos quiénes son.
Parece obvio que la excelencia intelectual no está tan valorada y ni reconocida social y económicamente como lo está la excelencia deportiva. Pero lo que resulta evidente es que ellos y sus familias, cuando fueron niños, invirtieron mucho tiempo y esfuerzo en alcanzar aquello que perseguían, y que de sus éxitos todos nos hemos beneficiado, llegando a ser una sociedad mejor.
¿Son solo estos grandes hombres y mujeres los que hacen a nuestra sociedad avanzar? La respuesta es claramente «no». Nuestra sociedad avanza cada día por cada uno de nosotros y nuestro esfuerzo para mejorar. Este es un valor muy importante que debemos enseñar a nuestros hijos. Recordad que al principio de esta entrada decía que la excelencia no es cuestión de un buen expediente, sino más bien el intento de superación diaria que hará a nuestros hijos:
- Más resistentes a los fracasos, porque valoraran lo que han intentando conseguir con independencia de que finalmente haya cosechado un «mal resultado».
- Personas más humildes ya que valoraran que todos nos esforzamos por alcanzar nuestras propias metas.
- Personas cooperativas, porque todos los que han destacado en cualquier disciplina reconocen la importancia del trabajo en equipo.
Es importante, por tanto, que valoremos la excelencia y que la dotemos de medios para que nuestros hijos puedan alcanzar la máxima capacidad de su desarrollo en las facetas académica, deportiva, social y artística entre otras.
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