lunes, 13 de junio de 2016

¿Un kilo de azúcar?


Buenas noches. Sé de la preocupación que muchos de vosotros tenéis por el uso de las nuevas tecnologías por parte de vuestros hijos. Estos productos tecnológicos son los regalos estrella en la primera comunión, en Navidad o en cualquier otro motivo importante o significativo.

Para todos es difícil establecer su tiempo adecuado de uso, aunque es verdad que cada niño responde de manera diferente ante estos dispositivos. Pero es evidente que provocan adicción en vuestros hijos y, cuando más pequeños son, más fácil es que se cree esta dependencia. Esta dependencia en algunas ocasiones puede ser tan perjudicial como dar un kilo de azúcar a vuestros hijos; y es que todavía no nos hemos concienciado lo suficiente sobre este tema.

Voy a analizar lo que es una adicción y para que podáis comprobar si vuestros hijos la tienen:

  • No quieren dejar el dispositivo por su propia voluntad, y solo piensan o hablan de los juegos electrónicos.
  • Tienen cambios de humor cuando se les castiga sin ellos o se les quita. Estos cambios de humor suelen ser agresivos, como malas contestaciones, chillidos, portazos, entre otros.
  • No pueden estar sin él un día, o una tarde, o un fin de semana. Cuando no lo tienen están como apagados, desactivados o, por el contrario, con un estado de nerviosismo que no es natural.
  • No quieren hacer otra actividad porque no les interesa.
  • Una adicción provoca cambios en el cerebro, ya que necesitan de algo externo para ser felices, para permanecer en la llamada «zona de confort emocional».
A parte de la adicción, el problema de los juegos electrónicos es que hacen que los niños pueden perder capacidades necesarias en su desarrollo afectivo y cognitivo. Analizaré solo algunas de las más comunes:
  • Pérdida de concentración Parece contradictorio pero si lo analizáis solo están concentrados cuando están delante de estos dispositivos y pierden habilidades como la escucha atenta, y no son capaces de seguir instrucciones que se dan de forma verbal.
  • Pérdida de imaginación, ya que en estos dispositivos el juego lo propone casi todo, como el paisaje o los protagonistas. Se pierde el juego simbólico.
  • No desarrollan habilidades sociales como el respetar los turnos, proponer juegos, jugar con otros o negociar con los iguales a qué se juega o con qué reglas.
  • Baja tolerancia a la frustración, ya que estos juegos son de recompensa inmediata y además no tienen a  nadie que les lleve la contraria o que se oponga a sus objetivos.

Los juegos electrónicos ya están entre nosotros y pueden ser una alternativa más a los juegos tradicionales. Os recuerdo también algunos consejos que, por muy conocidos que sean, no está demás recordarlos. Tenemos que asegurarnos que:

  • Son adecuados a su edad.
  • Que por la noche no estén en su cuarto, porque en ocasiones pierden horas de sueño por seguir jugando y pasando niveles.
  • Recordad que muchos de esos juegos tienen chat asociados y, por lo tanto, son ventanas abiertas a internet.
  • No se debe limitar solo el tiempo de juego, sino también observar si hay alguna conducta que pueda ser considerada adictiva para controlarla a tiempo.

No dejaré de insistir que el cerebro de un niño se desarrolla mejor cuando desarrollamos de manera equilibrada su mundo emocional, cuando estimulamos todos sus sentidos, cuando fomentamos su  curiosidad, y cuando nos aseguramos que su sueño es suficiente y de calidad.

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