Parémonos un minuto a reflexionar: ¿Cuántas confusiones hemos tenido nosotros al usar esta aplicación? ¿Cuántas veces hemos tenido que pedir perdón porque algo se ha malinterpretado a través de ella? ¿Cuántas veces un enfado que hemos tenido con una persona querida se ha solucionado, simplemente, porque después de no hablar durante un tiempo hemos podido reflexionar y de esta manera olvidar algo que no tenía mucha importancia? ¿Se están reduciendo nuestras emociones a emoticonos?
Pensemos ahora qué respuesta nos darían nuestros hijos de cuarto, quinto o sexto de Primaria a estas mismas preguntas. Hay una diferencia fundamental que no podemos obviar: nosotros hemos crecido diciendo lo que sentíamos a la cara de las personas; nuestro enfado y nuestra alegría; hemos recibido abrazos, besos… y todos ellos han sido reales. Hemos visto también como otros respondían a nuestras acciones con otro enfado, con otra sonrisa….
En todas las relaciones personales necesitamos tiempo para madurar lo que vivimos con ellas y, para ello, se necesita un tiempo de silencio que permita un espacio para la interiorización de lo que nos ocurre. Esto es lo que no estamos permitiendo que nuestros hijos tengan. Estamos consintiendo que ellos vivan sus emociones sin reflexionar («al instante»), en un pseudo anonimato, donde magnifican lo que se dice lo que les dicen, siendo sus emociones un absoluto cuando se relacionan con los demás.
No estamos educando en la empatía. Para ello se necesita que se pongan en el lugar del otro, pero en un lugar real y no virtual, lleno de caritas amarillas y otros símbolos. Actuando de esta forma vamos a tener adolescentes y adultos inmaduros emocionalmente. De verdad es esto lo que queremos para nuestros hijos.
Os agradezco a algunas madres vuestra confianza y sinceridad, ya que me habéis comentado lo difícil que os resulta continuamente decir «no» a vuestros hijos, porque al final son ellos los que resultan «raros» a los ojos de sus amigos por no tener un móvil con WhatsApp. Habéis elaborado respuestas imaginativas y os felicito por ello. «A tiempos y problemas nuevos, soluciones nuevas».
Es difícil encontrar el equilibrio pero debemos pararnos y reflexionar. Educamos en este momento presente, pero no debemos perder de vista el futuro y el tipo de personas que nos gustaría que fueran nuestros hijos. La educación se hace día a día con cada una de las decisiones que tomamos con respecto a ellos.
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