miércoles, 21 de mayo de 2014

Redes sociales ¿habilidades sociales?

Puedo parecer una ignorante, pero me ha sorprendido saber que muchos alumnos del último ciclo de Primaria usan o tienen móviles de última generación. Surge mi sorpresa porque a veces me pregunto:  ¿Tienen realmente necesidad  de utilizar programas de mensajería como WhatsApp? o al permitirlo ¿se la hemos ido creando?  Recordemos que estamos hablando de niños que todavía no son adolescentes.

Parémonos un minuto a reflexionar: ¿Cuántas confusiones hemos tenido nosotros al usar esta aplicación? ¿Cuántas veces hemos tenido que pedir perdón porque algo se ha malinterpretado a través de ella? ¿Cuántas veces un enfado que hemos tenido con una persona querida se ha solucionado, simplemente, porque después de no hablar durante un tiempo hemos podido reflexionar y de esta manera olvidar algo que no tenía mucha importancia? ¿Se están reduciendo nuestras emociones a emoticonos?

Pensemos ahora qué respuesta nos darían nuestros hijos de cuarto, quinto o sexto de Primaria a estas mismas preguntas. Hay una diferencia fundamental que no podemos obviar: nosotros hemos crecido diciendo lo que sentíamos a la cara de las personas; nuestro enfado y nuestra alegría; hemos recibido abrazos, besos… y todos ellos han sido reales. Hemos visto también como otros respondían a nuestras acciones con otro enfado, con otra sonrisa….

En todas las relaciones personales necesitamos tiempo para madurar lo que vivimos con ellas y, para ello, se necesita un tiempo de silencio que permita un espacio para la interiorización de lo que nos ocurre. Esto es lo que no estamos permitiendo que nuestros hijos tengan. Estamos consintiendo que ellos vivan sus emociones sin reflexionar («al instante»), en un pseudo anonimato, donde magnifican lo que se dice lo que les dicen, siendo sus emociones un absoluto cuando se relacionan con los demás.

No estamos educando en la empatía. Para ello se necesita que se pongan en el lugar del otro, pero en un lugar real y no virtual, lleno de caritas amarillas y otros símbolos. Actuando de esta forma vamos a tener adolescentes y adultos inmaduros emocionalmente. De verdad es esto lo que queremos para nuestros hijos.

Os agradezco a algunas madres vuestra confianza y sinceridad, ya que me habéis comentado lo difícil que os resulta continuamente decir «no» a vuestros hijos, porque al final son ellos los que resultan «raros» a los ojos de sus amigos por no tener un móvil con WhatsApp. Habéis elaborado respuestas imaginativas y os felicito por ello. «A tiempos y problemas nuevos, soluciones nuevas».

Es difícil encontrar el equilibrio pero debemos pararnos y reflexionar.  Educamos en este momento presente, pero no debemos perder de vista el futuro y el tipo de personas que nos gustaría que fueran nuestros hijos. La educación se hace día a día con cada una de las decisiones que tomamos con respecto a ellos.



miércoles, 14 de mayo de 2014

Educar en la victoria, educar en la derrota

Los que seguís este blog y sois padres del colegio Apóstol Santiago de Aranjuez sabéis que se han celebrado las olimpiadas escolares y, todos los años, observo actitudes que me hacen reflexionar como madre: veo como a mi hija le afecta todo lo que vive, aprende y escucha de las personas que la rodean. En estos días, sin darnos cuenta, todos nos convertimos en educadores, pero la responsabilidad principal sigue siendo nuestra, la de los padres.

No es sencillo educar en la victoria porque hay que enseñarles que:

  • No todo vale para ganar. La defensa del juego limpio es hoy en día más necesaria que nunca.
  • Es necesaria la humildad y reconocer que los demás también se han esforzado para ganar y que seguramente también se lo merecían.
  • Algún día llegará la derrota y tiene que estar preparados para asimilarla.
  • Sin esfuerzo y sin constancia la victoria y el éxito son efímeros.
  • Admitan los comentarios negativos que se les va a hacer por parte de sus compañeros, pero también por parte de algunos adultos, y esto lo digo con profunda tristeza. El que gana también necesita el reconocimiento y el alago sincero.

Por supuesto todos sabemos que educar en la derrota, que es lo que viven la mayoría de nuestros hijos, tampoco es sencillo. Hay que enseñarles que:

  • Lo que cuenta en la vida es la superación personal.
  • El que gana también se lo merece.
  • Siempre hay otra oportunidad, aunque sea dentro de un año.
  • Jugar en equipo es lo importante.
  • Una persona es la suma de todas sus capacidades y no sólo de unas cuantas.
  • El respeto a las personas es muy importante, aunque se hayan equivocado en alguna decisión arbitral, porque todos nos equivocamos. El error forma parte de la vida. 

Es verdad que, como en la vida misma, lo importante es participar, y también lo es que nuestros hijos vean y oigan esta idea. Lo que viven estos días es valioso, no sólo por el reconocimiento, la victoria, las medallas, etc.  sino porque al final lo que van a recordar son las actitudes y los valores que nosotros seamos capaces de transmitirles en estos días tras las olimpiadas.

Sus emociones son importantes pero no hay que amplificarlas. Debemos educar los sentimientos negativos: No podemos nosotros estar más tristes o enfadados que nuestros hijos, pero tampoco más eufóricos que ellos. Son sus logros o sus derrotas. Es su vida la que encauzamos, pero nosotros vivimos nuestra vida y ellos están aprendiendo a vivir la suya. Seamos para ellos buenos ejemplos.