lunes, 31 de octubre de 2016

Sustos, miedos y demás historias

En este final de mes de octubre, me gustaría hablaros sobre una fiesta que cada vez es más popular en nuestra sociedad: Halloween. Disfrazarse forma parte del juego simbólico de los niños más pequeños, les permite ponerse en el lugar de sus personajes favoritos y también socializarse, puesto que cuando se disfrazan lo hacen con otros y para que otros les vean. Pero no a todos los niños les gusta disfrazarse, algunos incluso lloran, en este caso no forcéis nunca la situación. Cuando nos disfrazamos, lo que cambiamos por unas horas es nuestro propio rol social y la imagen que hemos formado de nosotros mismo, pero a muchas personas (adultos y niños) no les gusta ver su imagen distorsionada.

Esta fiesta además añade un factor importante que es el miedo. No todas las personas afrontamos el miedo de la misma manera, hay que tener cuidado con lo que nuestros hijos ven y las historias que  se les cuentan, ya que ellos todavía no saben distinguir el mundo real del mundo de la fantasía. Si tienen miedo, debemos acompañarles, consolarles y demostrarles que ellos son más valientes que la causa de sus miedos, pero no debemos tomar a broma lo que ellos perciben como real. Esta fase, que se caracteriza por no distinguir lo real de lo imaginario, puede durar hasta los 8-9 años. Recordad, también, que las imágenes tienen un gran poder evocador y por lo tanto emocional, y que pueden perdurar en su memoria durante mucho tiempo.

La fiesta que celebramos al día siguiente, la de Todos los Santos (1 de noviembre), tiene también mucho que ver con sus preguntas sobre el más allá y la muerte. No debemos dejar sin responder estas preguntas. Tenemos que adaptar las respuestas a su edad, pero debemos recordarles siempre que somos lo que somos por todas las personas que nos han querido, aunque ahora no estén presentes entre nosotros, pues el amor no tiene fecha de caducidad y todos los días trasmitimos a nuestros hijos lo que de estas personas hemos recibido.