domingo, 30 de marzo de 2014

Educando las emociones

Recordad que en la educación de las emociones nos jugamos muchas cosas que son importantes para las personas: la relación con nuestros hijos, con nuestra pareja, con nosotros mismos... Se trata de una «asignatura» que tenemos que aprobar obligatoriamente durante toda nuestra vida.

Desde que nace, nuestro hijo se siente correspondido afectivamente y sabe que compartimos con él sus emociones, porque se da cuenta de que estamos pendientes de lo que siente. Educar para que nuestros hijos sean competentes emocionalmente es una tarea cotidiana, que no requiere de recursos especiales salvo en algunos casos o en algún momento puntual como celos exagerados, exceso de timidez, no saber decir que no…

Educar las emociones requiere de un esfuerzo continuo porque no estamos hablando de un aprendizaje que se adquiere y se acabó. En esta entrada solamente os voy a recordar pautas que seguramente ya utilizáis:

  • Aprovechar los dibujos o las series de televisión para que ellos se puedan identificar con los personajes y nosotros podamos dialogar sobre ello con nuestros hijos. No deberían estar muchos ratos solos delante de la televisión sin saber que estén viendo, no todo es para todas las edades y en algunos casos podemos hasta sorprendernos porque lo que están viendo es justo lo contrario a lo que nosotros queremos educar.
  • Leer o contar cuentos e historias que les ayuden a comprender y expresar las diferentes emociones de los protagonistas y a hacerlas suyas.
  • Que nos vean enfadarnos, reconciliarnos, reír, acariciarnos, llorar… entre nosotros y con ellos. No hay mejor escuela que esta. 
  • Escuchar mucho con sinceridad y sin juzgarles. Recordad que las conductas pueden ser buenas, malas y casi siempre regulares, pero las emociones no pueden ser juzgadas, no somos peores ni mejores por sentir rabia, enfado, decepción o alegría. 

Ahora sí, os cuento una pequeña idea para esos momentos más críticos que todos nuestros hijos pasan: El álbum de las emociones.  Para casi todos, una imagen vale más que mil palabras y las emociones son el último recuerdo que se pierde, incluso en enfermedades como el Alzheimer. Os explico brevemente esta propuesta:

  • Buscar una foto o hacer un dibujo de la emoción que en ese día ha predominado (miedo, enfado, celos, alegría, amor, amistad...).
  • Pegar esa imagen en un álbum y al lado expliquemos con palabras sencillas el porqué se han sentido así. Cómo dije en la entrada de la semana pasada ante el mismo acontecimiento no todos sentimos las mismas emociones, por eso es importante saber qué es lo que ellos han sentido y no lo que nosotros pensamos que sienten.

En Psicología hay algo parecido a «la prueba del nueve» de las matemáticas y es algo así: «si somos capaces de hablar de un suceso por muy doloroso que sea es porque vamos aceptándolo y ese es el primer paso para  poder asumirlo en nuestra vida». Busquemos palabras para hablar con nuestros hijos de lo que nos sucede y de lo que les sucede.

domingo, 23 de marzo de 2014

¿Y dónde quedan las emociones?

Puedo asegurar con casi completa seguridad que lo que más os preocupa cuando venís a hablar conmigo es el desarrollo afectivo de vuestros hijos. En algún momento ya os he comentado que los padres somos la imagen en la que nuestros hijos se miran. Es muy importante que aprendamos a gestionar nuestros sentimientos para que nuestros hijos también lo hagan. Voy a comentar algunos aspectos para comenzar la reflexión y, en próximas entradas, os daré algunas sugerencias para trabajar con nuestros hijos y —¿por qué no?—para trabajar también nosotros.
  • Hay que atreverse a descubrir  las emociones.  No es agradable descubrir que tenemos sentimientos negativos o que nuestros hijos los tienen. La ira, el odio, el enfado, el rencor…forman parte del rico mundo emocional del  ser humano, aunque no nos guste vernos reflejados en ellos.
  • Aunque nos suceda lo mismo, sentimos de forma diferente. Las familias que tenéis más de un hijo sabéis de sobra de lo que hablo. Nuestros hijos están educados en el mismo ambiente, con los mismos valores, pero al final ninguno de ellos responde de la misma manera ante el mismo acontecimiento.
  • Decir «estoy bien» es como no decir nada. Tenemos que cambiar el hábito de no expresar los sentimientos y ocultar las emociones. Hay que buscar la precisión en las palabras. No es lo mismo estar alegre que estar ilusionado, y los dos son emociones en las que podemos decir «estoy bien».
  • Cada pensamiento tiene un sentimiento y nos comportamos según lo que pensamos. Esto lo sabemos de sobra los adultos y, cuantos más años tenemos, más experiencia tenemos de ello. Basta con que digamos varias veces «esto no puedo hacerlo» para que una realidad, de manera que parezca que un muro real se ha puesto en nuestro camino. A ellos les pasa igual con asignaturas como matemáticas, lengua... pero también les puede ocurrir con las amistades o con las habilidades sociales.
  • Aceptarse como uno es. Nunca dejaré de insistir  que la autoestima se va formando poco a poco con los comentarios que las personas relevantes de nuestra vida nos van diciendo. Los padres y los educadores tenemos mucha responsabilidad en ello. Quizá esta vez la pregunta sea para nosotros, padres: ¿nos aceptamos como somos? Porque, si la respuesta es negativa, difícilmente sabremos enseñar a nuestros hijos a aceptarse como son.
  • Las emociones siempre son en primera persona y no pueden ser valoradas por nadie. Si mi hijo dice «hoy estoy triste porque he perdido un cromo», nadie puede negar su emoción ni descalificarle como persona, y nadie debería decirle «esto es una bobada». Debemos ayudarle a que su vida no gire en torno a un cromo, pero en ese momento él se siente triste. Os hago una pregunta para que podamos reflexionar juntos: ¿Cuántas veces nos han oído nuestros hijos decir «hoy estoy enfadada porque no he conseguido terminar mi trabajo»?
  • Yo decido lo que cuento y cuándo lo cuento. Lo hacemos sin intención, pero muchas veces parece que exprimimos a nuestros hijos para que nos comenten hasta el más mínimo detalle de sus sentimientos y preocupaciones. Esto sí que es un equilibrio bien difícil, pues tenemos que crear un clima de confianza con nuestros hijos para que, cuando de verdad se metan en un lío importante, puedan contar con nosotros, pero tenemos que tener en cuenta que no podemos invadir su intimidad y su libertad. Nosotros no contamos todo a todos, no pidamos justo lo contrario a nuestros hijos

Hasta la semana que viene. Espero que esta entrada nos ayude a todos a reflexionar cómo gestionamos nuestras emociones.



lunes, 17 de marzo de 2014

«Rendimiento y eficacia» [Deberes (y 3)]

Con esta última entrada termino por este curso escolar con las entradas dedicadas a los deberes. Hay un tema importante del que he hablado poco como es los pasos previos que se deben realizar para mejorar el rendimiento y la eficacia en el estudio:

  • Sacar la agenda y ver lo que tienen que hacer.
  • Seguir el horario que ya tienen elaborado. Es importante que ellos hayan estructurado su tiempo de estudio igual que se ha hecho con las clases escolares. Ya sabéis que la rutina ayuda a la concentración.
  • Crear un horario personal de estudio puede ser algo complejo, pues no hay un niño igual a otro. Con algunos alumnos del último ciclo de Primaria ya hemos realizado su propio horario que tiene en cuenta sus gustos, horarios y dificultades académicas...
  • Sacar punta a los lapiceros, ir al baño….
  • Una mesa bien ordenada sólo con un lápiz o bolígrafos (azul y rojo), el cuaderno y el libro. No necesitan más, todo lo demás sólo les va a distraer.
  • Otro tema conflictivo es música sí o no. Mi opinión es que no, porque tienen uno de los canales de información ocupado con otra actividad y, si la concentración no es el punto fuerte de nuestros hijos, al final acabaran yendo y viniendo de una actividad a otra y perderán mucho tiempo.  Cuando van madurando y su concentración aumenta, hay alumnos a los que la música les ayuda a concentrarse, pero son una minoría.
  • Dejarles un tiempo de descanso. Por favor, esto es importantísimo. Este tiempo debe durar entre 20 y 40 minutos y no más. En este tiempo, pueden ver un rato de su serie favorita, merendar o que coincida con otra actividad extraescolar, pero todos los niños necesitan este tiempo de descanso.
  • Cuando vuelvan a sentarse a estudiar, es importante tener la mesa y lo que hay en ella bien ordenado y, al final de los deberes, es cuando deben repasar.
  • En los primeros años escolares, sí debemos supervisar que todas las tareas están realizadas, que han comprobado que han hecho todo lo que han escrito en la agenda y que las tareas van ordenadas y limpias. Es importante irles creando un buen hábito de estudio que les dará confianza en sí mismos y, poco a poco, no necesitaran tanto de nuestra presencia.

Lo que más nos cuesta a los padres es comprender que son sus deberes, por lo que nos implicamos de tal forma que acabamos todas las tardes agotados como si hubiéramos corrido una maratón. Es necesario e importante que ellos tengan pequeñas experiencias de fracaso. Sé que esto que digo puede parecer duro, pero pensemos que cuando tengan 15 o 16 años no podremos ayudarles en todas las asignaturas y ellos no habrán aprendido nunca a gestionar su tiempo, sus estudios, sus exámenes…Empecemos ahora que todavía estamos a tiempo.


martes, 11 de marzo de 2014

Deberes (2)

Continúo esta semana con algunos consejos que pueden ser de utilidad para vosotros y vuestros hijos acerca de los deberes.

  • Cuidado al corregir... No podemos estar todo el día borrando los ejercicios que hacen mal, aunque sí tenemos que decirles lo que no está bien. Os propongo un ejemplo aunque seguro que vosotros tenéis otros mejores: «Creo que esta suma no está bien, a mí me da otro resultado ¿la hacemos de nuevo?» Normalmente se darán cuenta del error y lo corregirán. De esta manera serán ellos los que borren y no nosotros. En este aspecto tenemos que tener especial cuidado, tanto en lo que decimos como el tono con que lo decimos porque podemos dañar su autoestima.
  • … pero hay que exigir: Lo dicho anteriormente no implica que no les exijamos y que se esfuercen. Nosotros como padres sabemos cuál es el límite de nuestros hijos y todo aprendizaje requiere un esfuerzo.
  • Espacio: Desde que son pequeños mandamos a nuestros hijos a su habitación a estudiar. Yo no soy muy favorable con esta medida en estos primeros años de Educación Primaria, aunque quizá si para el último ciclo. Voy a  intentar explicados la razón: Ellos no están acostumbrados a estar solos delante de un libro o un cuaderno, porque en el colegio trabajan todo el tiempo con sus compañeros y profesores; lo que ocurrirá probablemente es que se queden mirando a las musarañas, al poco llegaremos nosotros y nos enfadaremos porque no han hecho nada en ese rato que han estado. «¡Pobres!» La alternativa tampoco es quedarnos sentaditos a su lado mirando cómo trabajan «¡Qué aburrido!» ¿Qué propongo entonces?: Buscar un lugar común que sea tranquilo, donde por supuesto no esté la televisión encendida, y donde nosotros compartamos ese espacio con ellos realizando otra actividad (se me ocurren multitud de ellas). De este modo vemos si están centrados en sus deberes y, si no es así, podemos recordarles que tienen que estar trabajando. Si tienen dificultad estaremos cerca para ayudarles y, además, también verán que nosotros tenemos tareas que realizar.

A medida que vayan madurando, podemos ir dejándoles más tiempo solos. La concentración es algo que requiere práctica. De golpe y por pasar de curso nuestros hijos no van a saber realizar los deberes solos y, además, bien.

miércoles, 5 de marzo de 2014

domingo, 2 de marzo de 2014

Test de Primaria


Ya podéis recoger los resultados de las pruebas de Primaria.

Deberes

La semana pasada ya anuncie que este sería el tema de mi nueva entrada. Todos los niños desde primero de Primaria hasta el fin de sus estudios se enfrentan a este reto, algunos incluso antes, pues llevan la cartilla a casa o tienen que hacer escritura.

Muchos son los interrogantes que como padres nos hacemos: ¿Cuándo dejarles solos? ¿Cuántas veces se los tengo que corregir? ¿Es posible que no tengan deberes o, al contrario, es posible que traiga tantos deberes a casa? ¿Cómo organizar el tiempo de estudio? …

Muchos son también los sentimientos que surgen en nosotros cuando ayudamos a nuestros hijos a hacer los deberes y, normalmente, estos sentimientos suelen ser de frustración  que acompañamos con frases del tipo: «Si no estoy encima de ellos no hacen nada», «no consigo que haga bien los problemas de matemáticas», «si no les pregunto cien veces parece que no se lo sabe», «estamos toda la tarde haciendo ejercicios», «no saben estudiar solos»…

Para los padres también es un reto. Hay que organizar tiempos, espacios, recordar lo estudiado en nuestra infancia, asimilar nuevas formas de aprendizaje…Todo esto no cabe en una entrada, por lo que me centrare en algunas aclaraciones que tienen que ver con los horarios de estudio, esperando de esta manera facilitaros vuestra tarea como padres.
  • Rutina. Que se sienten a estudiar a la misma hora, elaborarles un horario de estudio, que tenga en cuenta las actividades extraescolares. Cuando realizo siempre la misma actividad a la misma hora parece como si mi propio cuerpo lo pidiera. Esto lo saben bien las personas que hacen alguna actividad física, si por cualquier motivo no salen a correr ese día y a esa hora parece que les falta algo. Lo mismo ocurre con la actividad intelectual. 
  • No valen los atracones. Si nuestros hijos están más de una hora sentados en la silla de estudiar, os aseguro que a partir de ese momento ya no hacen nada de provecho. En algunos casos, los tiempos de estudio serán menores o pasaran de la hora (pero nunca más de hora y media). Estos tiempos dependerán de factores como la edad, el grado de atención y concentración que tengan nuestros hijos.
  • Fraccionar los tiempos de estudio. En relación a lo anterior, es más provechoso para todos tener dos o tres momentos de estudio a lo largo de la tarde.
  • Llevar todo al día. Este es el gran reto, sobre todo cuando se hacen más mayores, porque de esta manera evitaremos los atracones que ocurren cuando llegan las semanas de controles y hay muchos temas que memorizar.
  • Controles. Es cierto, aunque parezca una contradicción con lo anterior, que si hay controles habrá que estudiar más y añadir en el horario un rato más de estudio.
  • Nadie nace sabiendo. En los primeros cursos de Primaria tendremos que estar más encima de ellos, sobre todo para que aprendan a organizarse y para recordarles alguna técnica de estudio, en especial los esquemas y los mapas conceptuales. 
Si hiciéramos una sencilla suma, nos daríamos cuenta del tiempo que nuestros hijos pasan estudiando a lo largo de un curso escolar. Por eso es tan importante nuestra labor en la gestión de su tiempo hasta que ellos aprendan a hacerlo. Está en juego no sólo los resultados académicos, sino también su autoestima, su autonomía, nuestra capacidad para la frustración, el buen clima familiar…

En la próxima entrada hablaré de los espacios para estudiar y de otras sugerencias que quizá os ayuden.