Muchos alumnos y muchas familias vais a reiniciar este curso escolar. Hay pocos elementos nuevos en el comienzo de curso, quizá solo los libros. Están con los mismos compañeros, profesores y, a priori, no parece que nada sea diferente. Pero están en un momento muy importante de crecimiento y de cambio, tienen pequeñas o grandes crisis de amistad, mientras que consolidan otras. Es reiniciar porque continuamos un camino que ya está marcado y porque conocen lo que les espera en el colegio.
Pero para otros será realmente iniciar un proceso de aprendizaje nuevo, con nuevos amigos, en un nuevo edificio, con nuevas normas, nuevos profesores y nuevos horarios. Los psicólogos sabemos que la suma de todos estos cambios genera ansiedad en los alumnos hasta que puedan recuperar de nuevo su rutina. Casi todo les resulta desconocido y eso altera su comportamiento. Como hablamos de personas diferentes, cada uno expresará este periodo de manera diferente: con alteraciones del sueño, con un comportamiento más rebelde o más tímido, chillando más y de otras formas, puesto que los padres ya sabemos la gran variedad de conductas de las que son capaces nuestros hijos cuándo no están descansados o relajados. Como en otros momentos de su corta vida, van a necesitar un periodo de adaptación.
- Normalmente este periodo de adaptación será corto. Cuantos más años van cumpliendo, más habilidades sociales y cognitivas tienen para enfrentarse a estas situaciones.
- Este periodo no tiene porque ser negativo, ya que van a adquirir aprendizajes que necesitan: tolerancia a la frustración, creación de nuevos lazos afectivos, confianza en sí mismo y en los demás y otros.
- Establecer pronto su rutina, en especial las horas de las comidas y la hora de irse a dormir. Las rutinas ordenan sus horarios y su mundo interior, ya que les proporciona seguridad, porque saben qué es lo que va a suceder.
- Pero mientras dura este periodo de adaptación los adultos responsables de su educación y los padres tendremos que tener altas dosis de paciencia, afectividad y escucha, ya que para ellos todo es importante.
- Dejar que expresen sus emociones pero no amplificarlas. Los padres no debemos utilizar un lenguaje negativo, derrotista o que pueda dañar su autoestima.
- Pero no podemos olvidar que tienen que cumplir sus obligaciones. Podemos y debemos seguir exigiéndoles.
- Confiar en que nuestros hijos tienen muchos recursos para enfrentarse a las situaciones novedosas y desconocidas.
- Confiar en los profesores y tutores. Ellos harán lo mejor no solo para nuestro hijos, sino también para todo el grupo.
Crecer es siempre un ejercicio continúo de confianza. También tenemos que confiar que, nosotros como padres,
sabemos dar lo mejor a nuestros hijos.